El pasado 2 de Noviembre de 2008, durante la tercera parte del programa “Milenio 3” conducido por el consumado “misteriólogo” Iker Jiménez, se hizo un concienzudo análisis, o eso se pretendió, sobre las denominadas “Experiencias Cercanas a la Muerte”, haciendo especial énfasis en las declaraciones ofrecidas por un doctor británico llamado Sam Parnia, que pueden atesorarse como un desvarío pseudocientífico de antología.
En el citado segmento se catalogó de “ciencia de verdad” al proyecto alucinante del referido Dr. Parnia, que fue tildado en innumerables oportunidades de eminencia médica mundial, así como de valiente investigador dado que se adentraba en un estudio tabú para la humanidad. La empresa del Dr. Parnia consiste en establecer un estudio con alrededor de 50 hospitales en el Reino Unido, que permita dilucidar el asombroso fenómeno de las ECM, siglas que representan al fenómeno delirante del que son objeto algunos pacientes que agonizan.
Las cacareadas declaraciones del precitado Dr. brindan flores del jardín de los engaños tales como que, la muerte se da por etapas, y durante la primera etapa de aproximadamente una hora, es posible revertir el proceso de “viaje al otro barrio”, ignorándose por completo la nimiedad de que si el cerebro es privado de la oxigenación que le proporciona la circulación sanguínea por algunos minutos, el daño experimentado por dicho órgano y su consiguiente e irremediable paralización se traducen en la muerte, hecho que se encuentra científicamente confirmado… pero mediante estudios clínicos de verdad, no como sugería en dicho programa Carmen Porter, acompañante del Asombrao Iker, quien aseguraba en sonoro dúo con éste que la “visión de túnel”, el encuentro con seres queridos fallecidos y otras especulaciones, estaban científicamente comprobadas, a lo cual surge la natural inquietud de conocer los experimentos que soporten esta afirmación, cosa que creo tendremos que esperar en un muy cómodo sillón.
Es oportuno recordar que para que algo esté científicamente comprobado, deben existir pruebas experimentales, y más importante aun, resultados concluyentes sobre el hecho que se busca ratificar o refutar, en virtud de lo cual parece ingenuo, por no decir tonto, el siquiera pretender que las experiencias posteriores a la muerte se encuentren en ese estado de validación, habida cuenta de que nadie ha podido regresar de la condición de muerte clínica, después de haberlo experimentado durante el tiempo suficiente, como para descartar que el individuo no haya padecido alucinaciones condicionadas por los relatos ya conocidos, atribuidos a nuestra querida y vilipendiada “cultura popular”.
Ante esta grave inconsistencia advertida en la tertulia que nutrió el nocturno espacio radial, emergió la inevitable justificación que pretende dar jurisprudencia en cuanto a las supuestas “Experiencias Cercanas a la Muerte”, conocida como el caso Pam Reynolds.
El caso de Reynolds, insignia de los “paranormaleros” de oficio, sugiere que una vez que la cantante country fue sometida a un proceso de desviación de la circulación sanguínea comúnmente empleado en intervenciones cardiovasculares, denominado circulación extracorpórea, el cual fue aplicado en virtud de que padecía de un aneurisma cerebral, la paciente experimentó la salida de su “alma”, cosa que no tenemos caracterizada en términos precisos, de su cuerpo, pudiendo así observar detalles de la intervención a la cual era sometida, todo esto debido a que estaba “muerta”… Pues ¡no!, no estaba muerta, solo estaba siendo objeto de una cirugía que incluye en sus procedimientos el de la circulación extracorpórea, lo cual anula toda veracidad de la fábula pregonada por la intérprete norteña, de la que lamentablemente se han hecho eco el Dr. Robert Spetzler y el Dr. Michel Sabom, queines participaron en la operación.
Algunas otras joyas del saber espetadas por la tripulación de la inefable Nave del Misterio, fueron cosas como que las personas que han sufrido ataques cardiacos son más propensas a las ECM, cosa que le da al aspecto espiritual de ese momentáneo abandono de la realidad física que sugieren estos mercaderes del misterio, un filo ineludible de discriminación, dado que aquellos que mueren atragantados con un bocado de pan, o por resbalar en la ducha, quedan en una lista de espera, pues no viajarán al más allá en clase ejecutiva.
Finalmente los integrantes del equipo realizador del programa dieron un colofón de intriga al personaje, cuando uno de ellos, Santiago Camacho, indicó que si bien el Dr. Parnia no gozaba de una apariencia espectacular, si tenía y cito:
“un brillo especial en la mirada, el brillo de la persona que sabe que se está adentrando como un pionero en territorio desconocido, y hasta un cierto punto de arrogancia… yo creo que merecida”
Estamos pues ante elementos de juicio irrefutables para considerar al Dr. Parnia un absoluto erudito que dará claridad, mediante estudios tan metódicamente estructurados, a nuestra penosa ignorancia respecto al tema de la muerte… aunque el, ni ha estado de ese lado de la verja, ni ha habado con nadie que haya vuelto después de unos años de su funeral… a menos de que en efecto el precitado Doctor se aproveche de su condición de Zombi, lo cual sería poco ético de su parte.
En el citado segmento se catalogó de “ciencia de verdad” al proyecto alucinante del referido Dr. Parnia, que fue tildado en innumerables oportunidades de eminencia médica mundial, así como de valiente investigador dado que se adentraba en un estudio tabú para la humanidad. La empresa del Dr. Parnia consiste en establecer un estudio con alrededor de 50 hospitales en el Reino Unido, que permita dilucidar el asombroso fenómeno de las ECM, siglas que representan al fenómeno delirante del que son objeto algunos pacientes que agonizan.
Las cacareadas declaraciones del precitado Dr. brindan flores del jardín de los engaños tales como que, la muerte se da por etapas, y durante la primera etapa de aproximadamente una hora, es posible revertir el proceso de “viaje al otro barrio”, ignorándose por completo la nimiedad de que si el cerebro es privado de la oxigenación que le proporciona la circulación sanguínea por algunos minutos, el daño experimentado por dicho órgano y su consiguiente e irremediable paralización se traducen en la muerte, hecho que se encuentra científicamente confirmado… pero mediante estudios clínicos de verdad, no como sugería en dicho programa Carmen Porter, acompañante del Asombrao Iker, quien aseguraba en sonoro dúo con éste que la “visión de túnel”, el encuentro con seres queridos fallecidos y otras especulaciones, estaban científicamente comprobadas, a lo cual surge la natural inquietud de conocer los experimentos que soporten esta afirmación, cosa que creo tendremos que esperar en un muy cómodo sillón.
Es oportuno recordar que para que algo esté científicamente comprobado, deben existir pruebas experimentales, y más importante aun, resultados concluyentes sobre el hecho que se busca ratificar o refutar, en virtud de lo cual parece ingenuo, por no decir tonto, el siquiera pretender que las experiencias posteriores a la muerte se encuentren en ese estado de validación, habida cuenta de que nadie ha podido regresar de la condición de muerte clínica, después de haberlo experimentado durante el tiempo suficiente, como para descartar que el individuo no haya padecido alucinaciones condicionadas por los relatos ya conocidos, atribuidos a nuestra querida y vilipendiada “cultura popular”.
Ante esta grave inconsistencia advertida en la tertulia que nutrió el nocturno espacio radial, emergió la inevitable justificación que pretende dar jurisprudencia en cuanto a las supuestas “Experiencias Cercanas a la Muerte”, conocida como el caso Pam Reynolds.
El caso de Reynolds, insignia de los “paranormaleros” de oficio, sugiere que una vez que la cantante country fue sometida a un proceso de desviación de la circulación sanguínea comúnmente empleado en intervenciones cardiovasculares, denominado circulación extracorpórea, el cual fue aplicado en virtud de que padecía de un aneurisma cerebral, la paciente experimentó la salida de su “alma”, cosa que no tenemos caracterizada en términos precisos, de su cuerpo, pudiendo así observar detalles de la intervención a la cual era sometida, todo esto debido a que estaba “muerta”… Pues ¡no!, no estaba muerta, solo estaba siendo objeto de una cirugía que incluye en sus procedimientos el de la circulación extracorpórea, lo cual anula toda veracidad de la fábula pregonada por la intérprete norteña, de la que lamentablemente se han hecho eco el Dr. Robert Spetzler y el Dr. Michel Sabom, queines participaron en la operación.
Algunas otras joyas del saber espetadas por la tripulación de la inefable Nave del Misterio, fueron cosas como que las personas que han sufrido ataques cardiacos son más propensas a las ECM, cosa que le da al aspecto espiritual de ese momentáneo abandono de la realidad física que sugieren estos mercaderes del misterio, un filo ineludible de discriminación, dado que aquellos que mueren atragantados con un bocado de pan, o por resbalar en la ducha, quedan en una lista de espera, pues no viajarán al más allá en clase ejecutiva.
Finalmente los integrantes del equipo realizador del programa dieron un colofón de intriga al personaje, cuando uno de ellos, Santiago Camacho, indicó que si bien el Dr. Parnia no gozaba de una apariencia espectacular, si tenía y cito:
“un brillo especial en la mirada, el brillo de la persona que sabe que se está adentrando como un pionero en territorio desconocido, y hasta un cierto punto de arrogancia… yo creo que merecida”
Estamos pues ante elementos de juicio irrefutables para considerar al Dr. Parnia un absoluto erudito que dará claridad, mediante estudios tan metódicamente estructurados, a nuestra penosa ignorancia respecto al tema de la muerte… aunque el, ni ha estado de ese lado de la verja, ni ha habado con nadie que haya vuelto después de unos años de su funeral… a menos de que en efecto el precitado Doctor se aproveche de su condición de Zombi, lo cual sería poco ético de su parte.